Testimonio

Hace aproximadamente dos semanas, me llamó por teléfono mi amiga monja, quien luego de casi un año en su tierra, Italia, fue nuevamente destinada al Paraguay, a un hogar de adolescentes y jóvenes, mamás solteras, "rescatadas" prácticamente de la selva, las redes de prostitución, la esclavitud, etc., etc., etc. (Muy lejos de nuestra realidad, creo que no tenemos ni idea de qué se trata todo eso; quizás hemos leído sobre el tema, pero palparlo ahí, cara a cara debe ser sólo para elegidos)… La escuché feliz, no sólo por su tarea (ya estuvo en otra oportunidad), sino por la reciente elección de Fernando Lugo como presidente del país hermano.
Es más, hizo hincapié, varias veces durante la conversación, que se trata de un ex –obispo. Cuando terminamos de hablar, me quedé pensando en cómo una mujer que ama tanto su vocación religiosa podía estar tan feliz y esperanzada, porque otro la dejó para dedicarse a la política. La alegría que había sentido por volver a escuchar la voz de mi amiga, en ese instante se convirtió en una confusión dolorosa: cómo hará alguien que deseó convertirse en sacerdote desde pequeño, que al cumplir su deseo hizo una excelente labor como sacerdote, y que por haberse lanzado a la carrera política ya no puede ejercer su ministerio.? ¿No existen laicos capaces de llevar adelante las riendas de un país sobre los valores que hacen pura y exclusivamente a la dignidad humana, que tiene que haber consagrados en esa tarea?
Preguntas que quedaron ahí.