Fue escrito hace 4 años, pero es muy actual...

MANUEL DE DIEGO MARTÍN

La mies es mucha, los obreros son pocos

Las estadísticas son claras, mientras el médico, el maestro, el policía tiene cada vez una población mas reducida, para un cura la gente asignada va en crecimiento geométrico.

Por otra parte, a veces da la sensación de que de los pocos curas que quedamos, sobramos la mitad. La gente no necesita el sacramento del perdón, pues con Dios se confiesa. La santa unción no se da, para no dar sustos innecesarios al enfermo. Para ir a misa no hay tiempo. Los grupos de formación apenas funcionan. Cada uno se busca la formación que le interesa o le gusta. Hay gentes que dicen que aprenden más con el códice Da Vinci que con cien homilías juntas. Total, que si de lo que se trata es de enterrar muertos, bautizar niños, organizar las celebraciones de primera comunión, solemnizar las bodas, o presidir las procesiones del Patrón, con una buena organización centralizada ,se puede llegar a todos, aunque seamos pocos.

El evangelio de hoy nos dice que. «El Señor designó a otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él y les decía. La mies es abundante y los obreros pocos. Rogad pues al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¿Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega , ni alforja, ni sandalias y no os detengáis a nadie por el camino » Del evangelio se desprende que Jesús pone a sus discípulos delante de una ingente tarea, y esta tarea está exigiendo poner con urgencia manos a la obra

El Papa nos nos ha recordado recientemente en su documento Iglesia en Europa que en el viejo continente hay una urgente tarea de llevar a las gentes el evangelio de la esperanza. Porque la gente se separa de Dios, hay una necesidad más grande de llevar a Dios a la gente. Es verdad que en las situaciones límite la gente acude hoy antes al psicólogo que al cura. Hermosa tarea la del psicólogo si ayuda a encajar el golpe emocional. Pero más hermosa tarea aún la del evangelizador, si además de poner paz en la mente, hace que el paciente encuentre un asidero. Hermosa tarea la del sacerdote, la de todo evangelizador, si ayuda a sus hermanos a encontrar el sentido de la vida, si les ayuda a saber de donde vienen y a donde van. Hermosa tarea la del evangelizador si pone a las gentes en comunión vital con Cristo que ha asumido nuestra existencia y ha vivido todas las peripecias humanas, aún las más injustas y dolorosas como fue una muerte de cruz. Jesús nos dirá . «Yo he vencido a la muerte, yo hago nuevas todas las cosas, junto a mí tendréis vida, una vida que nadie os puede quitar». No cabe duda, ante el inmenso campo de desesperanza que ofrece nuestro mundo de hoy hay una necesidad imperiosa y urgente de nuevos evangelizadores.

Fuente: "Periodista Digital" - ESPAÑA